lunes, 16 de junio de 2008

Noche de presentación

"Inconstante fuerza de voluntad la que le arrastraba a seguir hacia delante, a caminar, con un único deseo: encontrar la felicidad.
Vuelves la mirada rápido, y allí está ella, impasible. Te susurro que te acerques, pero tú no quieres, sabes que ella tiene los 5 sentidos puestos en otra cosa, que nada de lo que le digas va a hacer que se le quite la preocupación; deseas con fuerza ayudarla, quitarle la pena, pero conoces su orgullo y no se va a dejar… Dejo de ser tu conciencia para convertirme en la mesa que golpeas, esa mesa sobre la que antes maquetabas, pero que dejaste de hacer; nunca te había gustado el pegamento, decías a menudo, lo asemejabas a los problemas de la vida; te dejaba bien pringado y costaba mucho quitárselo de encima.
Así te dejaba yo una noche, una más, pensando en aquella chica que no conocías, que dudabas de que existiera, que tanto te desquiciaba sólo con mirar su foto. Para ti suponía dar vueltas en la cama, arrugar las sábanas para después levantarte y dar pequeños paseos tanteando a oscuras, hacia el baño, con intención de desprenderte del insomnio refrescándote en el lavabo. Siempre repetías el mismo procedimiento: abrías el grifo, te mirabas al espejo, y volvías la cabeza hacia abajo, mojándote las muñecas y echándote agua en los párpados y en la nuca, tratando así de relajarte; volvías la cabeza de nuevo hacia el espejo, con el semblante húmedo, y sonreías… irónicamente, sabías que nada marchaba como querías. En un nuevo intento frustrado de dormir de un tirón, lo que para ti suponía toda una hazaña, volvías a la cama, esperando que aquella brisa que corría desde la ventana hiciera de somnífero. No había manera… De repente metes con brusquedad el despertador en el cajón: el tic tac de las agujas había comenzado a ponerte nervioso, piensas… y te viene su recuerdo, ¿por qué se había ido? Cierras el puño y te aferras a la almohada con intención de llorar… no, ni loco, recuerdas a tu padre: los hombres no lloran… y la recuerdas a ella… que siempre decía que antes que hombre eras ser humano…
Aunque sólo son las 2 de la mañana, normalmente estarías en el ordenador tecleando cosas del trabajo, enciendes el flexo de la mesita auxiliar, y diriges tu mirada al armario: tal vez mañana lo ordenes, ahora necesitas el portátil".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ueeee vaya cacho relato, marta! Cortito pero consistente jajaja. A ve si pronto escribes el siguiente capi, k entre tú, yo y el fer, vamos a triunfar con nuestros best sellers jajaja. Besitos wapisima